martes, 19 de febrero de 2008

¡¡¡ AYÚDAME DIOS MÍO ¡¡¡


Estos últimos tiempos estan siendo muy especiales y cambiantes para mí, y especialmente porque casi sin darme cuenta me encuentro clamando al Eterno diciéndole: ¡¡¡AYÚDAME DIOS MÍO¡¡¡. El otro día, mientras oraba, recordé una vieja historia que me contaron hace mucho tiempo, y me gustaría compartirla en este blog.
Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria sólo para él, por lo tanto subió sin compañeros a la cima de la montaña.
Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y casi sin darse cuenta oscureció.

La noche cayó con gran rapidez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era oscuro, la visibilidad era nula. Ni tan solo la luna ni las estrellas se veían al estar cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, el alpinista se resbaló y se desplomó montaña abajo, cayendo a una velocidad vertiginosa. El alpinista sólo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad hacia el suelo. Seguía cayendo... y en esos angustiosos momentos le pasaron por la mente las imágenes que habían formado parte de su vida.

Pensaba en la cercanía de la muerte, sin embargo, de pronto, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a los mosquetones clavados en la pared de la montaña.

En ese momento de angustiosa quietud, suspendido en el aire, no le quedó más que gritar:

¡¡¡AYÚDAME DIOS MÍO¡¡¡

Y, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:

- ¿QUE QUIERES QUE HAGA?
- Sálvame Dios mío

- ¿REALMENTE CREES QUE YO TE PUEDO AYUDAR?

- Por supuesto Señor

- ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE Y YO TE RECOGERÉ...

Hubo un momento de silencio; el hombre se aferró más aún a la cuerda porque prefirió confiar en sí mismo antes que en aquella voz que escuchó.

Cuentan que el equipo de rescate, al otro día, encontró a un alpinista colgando de su cuerda pero estaba muerto, murió congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda... A TAN SOLO DOS METROS DE LLEGAR AL SUELO...

¿Y tú? ¿Qué tan aferrado estás a tu cuerda? ¿Te soltarías?
No dudes nunca de Dios. Nunca debes decir que El te ha olvidado o abandonado. No pienses jamás que El no se ocupa de ti.

Recuerda siempre que El te sostiene de Su mano derecha y te dice, no temas, yo estoy contigo. Isaias 41:13

2 comentarios:

Anónimo dijo...

cSabemos que Dios está con nosotros, pero muchas veces lo descuidamos y olvidamos que él siempre está, y nos ahogamos en un vaso de agua. Deberiams dejar todas nuestras cargas sobre él y depositar nuestra confianza, seguro que las cosas nos irian muchísimo mejor.Un besoo, Jake

JoseMaria - Txema dijo...

Tienes toda la razón del mundo. Ese es el problema, que sabemos cual es la solución a todo, pero en cambio siempre acabamos confiando primeramente en nosotros mismos en lugar de dejar que sea el Señor el que lleve nuestra carga. Aun tenemos mucho que aprender ... pero bueno, ¿qué es la vida sino eso? ... un largo viaje para aprender a amarle a El. Un beso mi niña.