domingo, 13 de enero de 2008

¿Ángel o amigo?




Un ángel no nos escoge, Dios nos lo asigna.
Un amigo nos toma de la mano y nos acerca a Dios.

Un ángel tiene la obligación de cuidarnos.
Un amigo nos cuida por amor.

Un ángel te ayuda evitando que tengas problemas.
Un amigo te ayuda a resolverlos.

Un ángel te ve sufrir, sin poderte abrazar.
Un amigo te abraza, porque no quiere verte sufrir.

Un ángel te ve sonreír y observa tus alegrías.
Un amigo te hace sonreír y te hace parte de sus alegrías.

Un ángel sabe cuando necesitas que alguien te escuche.
Un amigo te escucha, sin decirte que lo necesitas.

Un ángel en realidad es parte de tus sueños.
Un amigo, comparte y lucha por que tus sueños, sean una realidad.

Un ángel siempre esta contigo, no sabe extrañarnos.
Un amigo, cuando no esta contigo, no solo te extraña, también piensa en ti
Un ángel vela tu sueño.
Un amigo sueña contigo.

Un ángel aplaude tus triunfos.
Un amigo te ayuda para que triunfes.

Un ángel se preocupa cuando estas mal.
Un amigo se desvive por que estés bien.

Un ángel es testigo de una oración tuya.
Un amigo hace una oración por ti.
Un ángel te ayuda a sobrevivir.
Un amigo vive por ti.

Para un ángel, eres una misión que cumplir.
Para un amigo, eres un tesoro que defender.

Una de las cosas más preciosas que nos ha regalado Dios son los amigos, pero sería increible tener un amigo de verdad y que fuese un ángel a la vez. Si crees que alguno de tus amigos lo es, abrázale fuerte, tal vez en alguna ocasión puedas sentir sus las alas.

Amistad, esa desconocida


Desde que nacemos sentimos la necesidad de sentirnos amados, desde es primer llanto deseamos que nuestra madre esté por nosotros, y a lo largo de nuestra vida nos vamos rodeando de personas a las que amamos y que nos aman, a los que llamamos amigos. Pueden ser muchas las personas a las que llamemos amigos a lo largo de nuestra existencia, pero de todas ellas serán muy pocas las que realmente harán mella en nuestro corazón, y tendrán una pequeña habitación en él para morar allí indefinidamente.


Muchas personas han pasado por mi corazón, pero muy pocas moran en él para siempre, a esas, a las inquilinas de mi corazón ya no les llamo amigos, si no hermanos, porque eso es lo que nos enseña el Señor en las Escrituras en el libro de los Proverbios 17:17, “en todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia”. Que extrañas se hacen estas palabras en los días que estamos viviendo, en los que toda la gente busca lo suyo, y no hay nadie que piense primero en su amigo.


Si preguntas a varias personas por lo que ellas interpretan qué es un amigo, se suele responder que un amigo es quien me hace tal cosa, o me da tal otra, o me trata así, o frases parecidas. Evidentemente, hay otras definiciones, pero las que comento son mayoritarias, y suelen tener un nexo en común, y es el “ME”. ¿Qué quiero decir con esto?, pues que mucha gente ve a los amigos como aquellas personas que les aportan algo, personas de las que obtener algo, y en los casos más extremos, personas a las que usar, aunque solo sea para obtener un poco de cariño. Pero ese no es el concepto de amistad que nos transmiten las Escrituras, en ellas el Eterno nos da un modelo a seguir, que no es otro que Su Hijo, Yeshúa, Jesucristo. Él nunca pidió nada para Él, nunca exigió a ninguno de sus amigos que le amasen, ni tan solo que le acariciasen, ni que le diesen nada. Él siempre decía que había que amar a Dios sobre todas las cosas, y a tu prójimo como a ti mismo. Solo en una única vez les pidió una cosa a sus amigos, y fue que orasen junto a Él en el huerto de Getsemaní, y ni así sus amigos estuvieron con Él ya que se durmieron, y no supieron estar junto a Él en los peores momentos, pero Yeshúa jamás se lo recriminó, simplemente les amó con amor eterno.


La amistad de la que nos habló el Mesías con Su vida es esa amistad a la que he llamado “la gran desconocida”, porque realmente hay muy poca gente que tenga la valentía de ser un amigo con el modelo del Salvador. Muy poca gente pone en práctica eso de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y sobre todo en este mundo tan egocéntrico y egoísta en el que vivimos.


De todas formas las personas buscamos la amistad de nuestros semejantes, porque seguimos sintiendo la necesidad de sentirnos amados, y la necesidad de amar, y eso hace que nos encontremos con diversos tipos de amistades, por supuesto muy diferentes al tipo de amistad que nos indican las Escrituras. Hay amistades que se vuelven cadenas porque no están fundamentadas en el Señor, solo son amistades en un sentido, es decir, son personas que creen que los amigos deben estar a sus pies y ser el objeto de su devoción, ellos son el ombligo del mundo, y sus amistades deben estar agradecidos por tener un amig@ tan maravilloso. Hay otro tipo de amistad, que es la que sienten algunas personas a las que llamo “mercaderes” porque parece que hagan negocio con la amistad, son aquellos que si necesitan algo de ti te invitan a comer, a cenar, a salir, a tomar el aire, a lo que sea con la única finalidad de obtener a cambio algo de ti, y cuando lo han obtenido, adiós muy buenas.


Hay otro tipo de amistad al que llamo “mimosa”, que es aquella que sienten algunas personas que necesitan siempre que estén por ellas, y si no estas encima te retiran hasta el saludo, o sea te tienen en un constante chantaje para hacerte sentir culpable de que la amistad decae por culpa tuya, cuando realmente es culpa de la persona mimosa, que en vez de pedir tanto debería empezar a dar un poco más en lugar de exigir que estén tanto por el o por ella. También esta la amistad a la que llamo “dual”, que es aquella en la que una persona actúa de una forma con unos amigos, y cuando esta con otros diferentes no le importa actuar de forma diferente e incluso opinar completamente lo contrario a lo que dijo estando con el primer grupo. Estar con estas amistades es realmente estresante porque nunca acabas de saber que decir ni que pensar, y nunca sabes si es que vienen o es que van. Y para colmo esta la figura a la que yo denomino “el rarito”, en la que me encuadro yo, y es un tipo de amistad en la que normalmente tienes a tus amigos locos, porque nunca saben como estas, ni que piensas, ni que narices vas decir, por eso eres el raro, ¿no?. Bueno, ese es el premio por tener un amigo “raro” ;))).


A parte de bromas, lo que quiero decir es que el verdadero sentido de la amistad es el darse a los demás, el entregar sin reservas el corazón a tu amigo/a sin pedir nada a cambio, tal y como nos enseñó el Mesías. Ya sé que suena muy ideal, y utópico, pero es lo que yo siento, y es lo que he intentado vivir a lo largo de mi vida. Tal vez sea por eso por lo que mi corazón tenga más cicatrices que el cuerpo de Rambo, pero así es como me hizo Dios, y así creo que viviré por siempre hasta que me llame y deba volver con Él.


No son muchas las personas a las que yo llamo amig@s, pero a todos ellos, a todas ellas, desde aquí les doy las gracias por su amor, comprensión y cariño, porque todos vosotros me habéis ayudado a vivir en este mundo que no es el mío, y me habéis dado la mano para tocar el suelo y comprender mejor a mis semejantes. Gracias por ayudarme a entender, por ayudarme a amar, por ayudarme a ser, por estar junto a mí, y sobre todo por permitirme seguir a vuestro lado. También están los que ya no están, pero que ahora no estén a mi lado no quiere decir que no habiten en mi corazón. Para ti pequeña mía, siempre tendré una gran habitación en la que podremos reírnos tu y yo, tu pijo madrileño.


Tengamos siempre en mente que la amistad no es esperar que nos amen, sino amar nosotros como el Señor nos amó primero, no fabriquemos cadenas que nos esclavicen a personas, porque el verdadero amor, el amor del Señor, nos hace libres; no convirtamos, por culpa de nuestros complejos e inseguridades, una amistad en una cárcel, no nos atemos a nadie, no nos liguemos a nada que no sea a nuestro único Dios y Padre, porque la verdadera amistad no crea cadenas si no que nos hace libres.