lunes, 7 de abril de 2008

La más alta profecía

Tiempos difíciles vivimos, profetas vienen, profecías van, pero Tú, Señor, eres el único inmutable, el único que nunca cambias, el único que eres fiel a Tu Palabra. Y sé que ella, Tu Palabra, es la más alta y fidedigna de tus profecías.

Realmente sé, Padre, que las Escrituas son el legado que nos dejaste junto con Tu Ruaj, y ellas son en si mismas parte de Ti, parte de Tu amado Hijo, ya que el mensaje de ellas es una profecía de Aquel que había de venir para darse por todos los hombres, y por eso las Escrituras, escritas por Tu Espíritu y rociadas con la preciosa sangre de Tu amado Hijo Yahoshua, son la profecía que amo y he decidido seguir.

No quiero saber nada más de otros profetas, ni de hombres con nuevas o antiguas revelaciones, solo te quiero a Ti y a Tu Palabra. Y a eso me abrazo, a unas de las últimas palabras que Tu Hijo pronunció antes de marchar a Tu lado, la más alta de las profecías:


"Ciertamente vengo en breve"
(Ap 22:22)

Los silencios en la partitura

Cuando se toca música, se puede leer en la partitura que hay notas de diversos tipos, y silencios, también de diversa duración. En la pausa no hay música, pero la pausa ayuda a hacer la música.
En la melodía de nuestra vida la música es interrumpida aquí y allí por “pausas”, y nosotros, sin reflexionar, pensamos que la melodía terminó sin darnos cuenta de que el director és el que guía la interpretación de esa partitura que aun no ha acabado.

A veces, Dios nos envía un tiempo de parada forzada, puede ser una prueba, planes fracasados, esfuerzos frustrados, o cualquier otra razón que motiva que en nuestra vida la música que sonaba deje de oirse, y de pronto se hace una pausa repentina en el coro de nuestra vida.

Nos lamentamos que nuestra voz tenga que callarse, y tenga que faltar nuestra parte en la música que sube hasta los oídos del Creador. Pero, ¿cómo es que el Maestro lee la pausa?, ¿por qué tiene que callar la música ahora?.

Él continúa marcando el compás con la misma precisión y toma la nota siguiente con firmeza, como si no hubiese habido interrupción alguna, como de hecho así sucede. Dios sigue un plan al escribir la música de nuestra vida. Nuestra parte debe ser aprender la melodía y no desmayar cuando lleguen las “pausas”, ellas no están allí para ser pasadas por alto o ser omitidas, ni para perturbar la melodía o alterar el tono, están hay porque forman parte de la melodía.

Si miramos hacia arriba, Dios mismo marcará el compás para nosotros. Con todo, no nos olvidemos que “el silencio ayuda a hacer la música”. Con los ojos en Él, vamos a proferir la próxima nota con toda claridad, sin murmurar tristemente: “En la pausa no hay música”.

Componer la música de nuestra vida es generalmente un proceso lento y trabajoso para Dios. ¡Con paciencia, Él trabaja para enseñarnos!, ¡y cuánto tiempo Él espera hasta que aprendamos la lección!.

Ten fe, recuerda que la pausa no dura mucho … cuando menos te lo esperes el Señor hará que suene la siguiente nota de la partitura de tu vida.