sábado, 14 de junio de 2008

Shavuot, la fiesta de las semanas


Arribamos al final de un tiempo que ha sido "tenido en cuenta", de acuerdo a la tradición bíblica: el tiempo de la "Cuenta del Omer", periodo de siete semanas o 49 días contabilizados a partir de la segunda noche de Pésaj.

Es decir, hemos tendido un puente en el tiempo propiamente dicho, un puente compuesto con uno de los materiales mas conocido por nosotros, a saber: un día, una semana, hasta arribar al tiempo total antes establecido.

Sabemos, como personas, la dimensión de un día. Entendemos, como seres humanos, el correr de los mismos, haciéndose semanas. Y hasta allí nos pide llegar la tradición judía: no avanzar hacia meses, ni siquiera hacia los años, porque ellos presentan una realidad a veces distante, otras, distinta.

Así es que llegamos a esta nueva celebración contando -como dijimos- noche tras noche, los días y semanas del "Omer". Tiempo que nos acerca a un lugar, nos eleva hacia una montaña, nos invita a prestar oídos y poner nuestro corazón al servicio de un instante único, irrepetible y, por sobre todo, trascendente. Shavuot, la fiesta de este tiempo transcurrido de días/semanas, nos regala un presente de manos del Creador: Su Torah, por medio de Su Palabra, traducida como los Diez Mandamientos.

Asi es que llega el 6 de Sivan, en el calendario hebreo, 9-10 de junio según el calendario secular. Cincuenta días desde aquella noche egipcia que puso fin a siglos de oscuridad en la existencia del pueblo judío. El camino por el desierto tenia un propósito, por cierto, no seria el errar ni la perdición, el proyecto Divino. No. Eso dejémoslo a los historiadores que no pueden avanzar mas que sus propias geografías y confunden -cual extraviado en las arenas del mediodía- el designio de lo Divino frente al especular humano.

La salida del Egipto faraónico tenia una meta: "Envía a Mi pueblo" era el "grito de batalla" elevado por Moshe. Pero allí no concluía el clamor: el versículo posee otro final: "Veiaabduni", o sea "Para que Me sirvan a Mi", hablaba el Todopoderoso por boca de su enviado.

"Servir a Dios" significaba abandonar por siempre la esclavitud egipcia para ingresar a otra suerte de servicio: a Dios, el Dios de Abraham, Itsjak y Iaacov... Tal como afirmaba el poeta y sabio judeoespañol, Rabi Iehuda haLevi: "El esclavo de esclavos, es esclavo por la eternidad; solo el que sirve a D-s es el hombre verdaderamente libre".

La cima del Monte Sinaí seria el punto de partida. La más pequeña de las montañas, al decir de los sabios. El Todopoderoso no requiere de grandes alturas para presentarse ante el hombre.

"Y esta te será a ti por señal", había advertido entonces D-s a un incrédulo Moshe en los prolegómenos de su misión. "Al salir este pueblo de Egipto, Me servirán a Mi en esta montaña". Moshe, entonces, permanecía impávido ante lo inexplicable. No comprendía. Seguía absorto en su visión. Escuchaba mas no entendía. Todo lo veía, pero aun debería entender. Por entonces su gran pregunta era: "¿Por que la zarza -que ardía en fuego- no se terminaba de consumir?"

Estaba frente a ese arbusto pequeño, ardiendo en el fuego. Era el comienzo de su noble mandato. Liberar a Israel. Conducirlo hasta los pies de esa montaña. Abrevar a esa multitud de Palabras. Palabras de vida, orden moral, sentido ético. Palabras de la Torah. Cincuenta días después de salir de Egipto, se acercaba el tiempo de Matan Torah.

Así es como Shavuot, la Fiesta de las Semanas, privilegia con este su primer nombre, el sentido mismo del Tiempo, sentido primero y excluyente para el esclavo liberado. Sin tiempo propio, sin el dominio de mi propio tiempo, toda imagen de liberación es solo una realidad virtual.

Salir de Egipto debe ser parte de la realidad. En cada generación, en cada época, a cada instante, el hombre debe verse a si mismo como si él mismo estuviera saliendo de Mitsraim (Egipto). Ejercicio físico, por un lado; dinámica espiritual, por el otro. Solo teniendo en cuenta al tiempo -dominio terrenal del hombre- es que se puede arribar a Shavuot = Torah, en nuestra ecuación.

"Y debes saber que no es verdaderamente libre sino aquel que se dedica al estudio de la Torah", aseveraban los maestros de la Tradición Oral, en el Tratado de Avot.

Así es que llega Shavuot. No privilegiando el paso del tiempo sino mi paso por el tiempo, que es sensiblemente diferente...

La tradición litúrgica, en el Ritual de Oraciones, nos sugiere un nombre mas para la festividad: "Zeman Matan Toratenu", es decir "Tiempo de Entrega de Nuestra Torah". Vuelve aquí también nuestro vinculo inclaudicable con el Tiempo. Pero ya no solo con el nuestro: al tiempo terrenal, humano, se "le suma" otro, el Celestial, Divino

Ciertamente no serán coincidentes. Al decir del rey David en sus Salmos: "...Mil años son ante Ti como un día que ha pasado". ¡Vaya si son diferentes de acuerdo a esta percepción! ¡Un día de Dios equivale a mil nuestros, en el pensar del monarca!. Y ese Tiempo Celestial se asocia a una Entrega: la Torah, Celestial también ella. La tradición judía ancestral acuñó una frase: "Torah min haShamayim", que significa "la Torah proveniente de los Cielos", adjudicándole a la misma la autoria del Creador. Así lo revela el texto bíblico, al referirse a las Primeras Tablas de la Ley: "Y las Tablas, de Piedra eran, y la Escritura, Escritura Divina, grabada sobre las piedras". Material y Escritura Divinas.

Sin embargo, el nombre en la plegaria hace saber el destino: Matan = Entrega; Toratenu = de Nuestra Tora... Una vez descendida de los Cielos -darían a entender los sabios- pertenecería al reino de lo terrenal, habitaría entre los hombres para no regresar mas a su recinto de Santidad.

Shavuot es tiempo de Entrega de la Torah. En el mes de Siván, tercero del calendario. A cincuenta días de la liberación de Egipto. Servir a Dios significaría para esa nación de esclavos, escuchar -todos y cada uno de acuerdo a su potencia- lo primero, lo esencial, lo sublime: "Yo soy HaShem, Tu Dios, que te he liberado de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud".

Ante todo debo saber quien soy, de donde provengo. Y la Torah lo deja bien claro desde un principio. El segundo paso es saber donde me dirijo. La elocuencia del Sinaí, allí en medio de la Entrega de la Torah, no tarda en pronunciarse: "No tendrás otros dioses delante de Mí..."

Haber dejado atrás la esclavitud, presupone el ejercicio de mi libertad física y, por sobre todo, espiritual, por eso es que mis pasos deben dirigirse hacia lo sublime, lo eterno. No hay posibilidad para la idolatría en el hombre libre, pareciera insinuar nuestra Torah. Y si hay lugar para la idolatría, entonces pensemos a que tipo de libertad hemos llegado y alcanzado.

Shavuot, la Fiesta de las Semanas, propone un saber: de donde vengo, y un conocer: hacia donde voy...

Es por ello que me habla de Matan = Entrega de la Torah. No se menciona la recepción. No escuchamos en las fuentes aquello de un "Tiempo de Recibir Nuestra Torah". ¿Por que?, nos preguntamos. Nuestros maestros -de bendita memoria-lo respondieron: la Sagrada Torah fue entregada una sola vez, no mas. Recibirla se la puede y se la debe recibir todos los días, todos los tiempos...

Esta idea, un principio de la cosmovisión rabínica referente a la Torah, su estudio y su asunción como cosa individual y colectiva, responde en parte a la pregunta de Moshé, en el mismísimo Monte Sinaí, que aun permanece formulada: ". ¿Por que es que no se consume el arbusto?". El fuego que arde sin consumirse es como el alma de cada hombre. Cuando ese hombre intenta alcanzar la dignidad, la gloria, la majestuosidad que le fue conferida desde que fue creado por el Creador, entonces se aviva el fuego, perdura más allá de los limites establecidos, y es entonces, cuando libre, se aproxima a escuchar la Palabra del Creador. Es entonces, cuando libre, que transita por los caminos de la Creación.

Caminos que el rey Salomón en sus Proverbios definía, cuando de Torah hablaba: "Sus caminos, son caminos agradables; y todas sus sendas conducen a la paz..."

Shavuot, Semanas, Matan Torah es la parada en el camino de lo moral y de la vida. Para saber "de donde provienes y hacia donde te diriges". Ni más ni menos.

Rosh Jodesh Sivan 5758 - ¡Jag Sameaj u-Moadim le-Simja!

4 comentarios:

Ángel B. dijo...

Txema, me ha encantado este tema.
Gracias por compartir ésto!
Un abrazo.

JoseMaria - Txema dijo...

Que alegría me da tenerte por aquí Ángel. Me encanta que te haya gustado este comentario. Es un tanto extenso, pero me salió del corazón compartir un poquito de tantas cosas que mucha gente no conoce, y que según yo son fundamentales para la vida de cualquiera que ame al Eterno. Mi amor por el pueblo judío viene desde que mi abuela me relataba historias de mis antepasados, pero creo que la sabiduría que hay en este pueblo, el nuestro al fin y al cabo, es un tesoro aun por descubrir por muchos creyentes.

De todo corazón, gracias por estar por aquí, y por tu comentario.

JoseMaria

Ángel B. dijo...

José Mª!
Me encantaría que contases algo sobre las distintas fiestas judías como la janukia...
Un fuerte abrazo.

JoseMaria - Txema dijo...

Ok Ángel, las principales fiestas judías son siete, e intentaré explicar cual es su significado judío, y su paralelismo profético en relación a los creyentes en el Mesías.

Un abrazo muy grande,

JoseMaria